Una sucia cara escondida bajo un desgastado manto dejaba visible tan solo un par de oscuros ojos en forma de avellana que contaba la historia mas triste posible, por siempre sellada en sus expresiones. Aquellos ojos distantes miraban a ningún lugar y a todos a la vez, alerta pero al mismo tiempo había un tanto de gran agotamiento en ellos. Ni el mismísimo sol de la tarde radiando con todo su esplendor y con todas sus fuerzas podían iluminar el corazón de aquel poseedor de aquellos ojos distantes y oscuros. Sabia que morir ya no era nada y que vivir era seguir haciendo lo mismo.
Los días se le volvían vacíos y el lo sabia, en lo mas profundo de su ser. Pero mientras tanto seguía aferrado a la creencia extremista de que ese era su único propósito.
Sus callosos dedos jugaban con un pequeño cuchillo y le daba vueltas mientras se destapaba la boca para fumar lo que tal vez seria para el su ultimo cigarrillo. Aún le quedaba un poco de sangre en la punta del día anterior.
. . .
La señal.
Era su única oportunidad. Un mal calculo, un simple error trivial y ya le llamaba la tumba. Una vez más, no podía hacerlo mal.
No comments:
Post a Comment