Ya pues, me inspiré un poco con eso de Isabel Allende, jeje.
Creo que ya he perdido el toque. Creo que, al final de cuentas, esas cosas son asuntos de juventud, ¿no? Bah, ya me estoy poniendo viejo. Tu me dices que es mentira, y me recuerdas de nuestras noches parranderas y como de una pequeña chispa incendiabamos todo el lugar; pero esas cosas han quedado ya atrás, y no tengo la energía suficiente para hacerte alucinar así, como antes. Vuelves y me dices que lo único que no tengo hoy en día es confianza en mí mismo. Pero entiende cariño, cada vez que tengo tus cabellos entre mis dedos, siento miedo. Miedo de borrar ese título concebido por lo que me permitía la vida hacer en esos tiempos dorados. Si te quedan tan buenos recuerdos de mí, ¿por qué no dejar que esas bonitas e intrigantes memorias sigan viviendo en tu corazón? Si es cierto que los viejos se autolimitan con sus estupidas creencias de baja autoestima, deja pues que este viejo cumpla, como manda la ley.
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